Como no podía ser de otra manera, ser mamá significa mucho más que dar a luz a un bebé. Significa numerosos cambios físicos y psicológicos además de todos los detalles a tener en cuenta para disfrutar de la plácida (¡aunque a veces también movidita!) etapa del postparto.
Uno de los aspectos que en ocasiones pasamos por alto es el cuidado de los pezones durante la lactancia.
La lactancia es la única vía por la cual nuestro chiquitín recibe células vivas, o lo que es igual, inmunidad. Por ello, es muy importante que las mamás evitemos que se formen pequeñas heridas o grietas que se convertirán en fuentes de infecciones. ¡No queremos suprimir la lactancia materna de nuestro bebé!
Además, a pesar de que cada vez la leche artificial se parece más a la de la mamá, bien es cierto que siempre les faltará un elemento primordial: la inmunoglobulina que le aportará a nuestro niño diferentes anticuerpos.
Con trucos como comenzar la segunda toma por el pecho contrario al que habíamos empezado la toma anterior, no lavando la zona con jabones que alteren el ph de la piel y sin exceder el tiempo máximo de cada toma (unos 20 minutos), conseguiremos evitar el impacto de la succión del niño. De esta forma, huiremos de infecciones tan insanas como el estafilococo áureo y el estreptococo epidermidis que nos harían interrumpir la lactancia teniendo que recurrir a la leche artificial.
¡Toma nota de estos consejos y disfruta de la placentera experiencia de ser mamá en todas sus etapas!
¿Y tú? ¿Qué recomendaciones nos harías para tener una lactancia saludable y sin complicaciones?