Tu cuerpo cuenta con el alimento más completo de la naturaleza.
Cuando por fin tienes a tu bebé en brazos, lo que más deseas es apretarlo fuerte y darle toda la protección que puedas. Ese instinto maternal te lleva a alimentarlo y, aunque no estés muy segura cómo, le ofreces tu pecho para que se agarre firmemente. Tu bebé también obedece a su propio instinto y succiona.
Comienza así una hermosa relación que sólo tú y tu bebé podéis describir. Y es que la lactancia materna es lo más aconsejable para los dos: tu pequeño se alimentará con la leche más completa que existe y tú te recuperarás del parto mucho más rápido.
Pero, ¿cómo se logra una lactancia eficaz? Poniendo a tu bebé al pecho tantas veces como él quiera. Mientras más mame tu pequeño, más leche producirás tú; de manera que olvídate del reloj y deja que tu bebé se pegue a tu pecho día y noche. No te alarmes: a medida que pasen los meses, los ritmos de lactancia se harán más estables.
Vigila que tu pezón entre por completo en la boca de tu bebé; que su lengua quede debajo de tu pezón y que su barbilla toque tu pecho. La mejor forma de comprobar si está succionando bien es observar si su mandíbula se mueve con fuerza, escuchar cómo traga y ver que sus mejillas no se hunden sino que están redondas y llenas.
Y así como hay diferentes posiciones para colocar al bebé, tú puedes acomodarte en diferentes posturas para evitar dolores de espalda o contracturas musculares. Recuerda que un recién nacido puede tomarse mucho tiempo (entre 10 y 60 minutos) para sentirse satisfecho, así que una toma larga puede volverse eterna y molesta para ti si no estás cómoda.
El cojín de lactancia resulta una buena ayuda y lo mejor es que puedes usarlo en un sillón, en tu cama o recostada contra la pared. Siempre procura que tu espalda quede recta y que el cuerpo del bebé también forme una línea recta (cabeza y cuerpo al mismo nivel).
Una vez que tu bebé haya agotado uno de tus pechos y lo suelte por sí mismo, ofrécele el otro: algunas veces lo aceptará y otras no, pero así te asegurarás de que ha tomado hasta el final, cuando la leche es más espesa y, por lo tanto, rica en grasas.
No te desanimes si en las primeras semanas tu bebé pierde peso. Es lo más normal y algunos pediatras recomiendan lactancia mixta, es decir, que combines lactancia materna con biberón. Otros te dirán que aumentes la frecuencia de las tomas. Lo importante es que, cualquiera que sea la decisión que tomes, revisa que tu bebé se está “enganchando” bien al pezón y que a ti te está saliendo leche. Un sacaleches (mecánico o eléctrico) puede ayudar a estimular tu pecho y te permitirá comprobar cuánta leche tienes.
Pero no olvides que el mejor estímulo es tu propio bebé. Una vez que ambos hayáis encontrado la postura perfecta, la lactancia se vuelve prácticamente mecánica y puedes dar el pecho en cualquier lugar y a cualquier hora.
¡Ah! Y ten en cuenta que algunas veces tu bebé buscará tu pecho sólo para consolarse y eso también hace parte del hermoso vínculo que os une.
Y aunque no hay grandes restricciones sobre lo que debes comer, es recomendable que evites sustancias estimulantes como la cafeína, sobre todo a últimas horas, cuando quieres que tu bebé se relaje y se prepare para dormir … ¡y soñar con los angelitos!
¿Qué experiencia te ha aportado la lactancia materna, nos das consejitos para futuras mamás?