Últimamente me rodean peques por todas partes…¿será porque soy una Cigüeña muy simpática? 😉
A parte de que vaya volando de un lado para otro entregando canastillas de bebés, y me vea envuelta de colores rosa, azul o beige, ositos, sonajeros, fundas de chupete, peleles y jesusitos…Es que desde hace unos meses he trasladado mi nido a un barrio muy especial, digamos que podría ser el paraíso para toda cigüeña que se precie…
La verdad, es que mi vida como cigüeña ha mejorado mucho. Estoy rodeada de todo lo que me gusta y ¡estoy encantada!
Cada mañana me despierto con un agradable aroma a pan recién hecho y dulces de todo tipo. Veo pasar a papás, mamás y abuelitos con sus hijos y nietos recién levantados. Todos ellos muy guapos y aseados. Algunos muy dispuestos y contentos por ir a la guarde o al cole, otros más rezagados y somnolientos; los hay muy charlatanes o muy calladitos; unos van pegando brincos y otros no se despegan de los brazos de papá.
Muchos ya me conocen desde bien pequeñitos…y los que me ven por primera vez sienten curiosidad, y claro, ¡yo me dejo querer! Los saludo, dejo que acaricien mis suaves plumas e incluso les deleito con uno de mis súper vuelos. ¡Me lo paso en grande con ellos! Y además…¡serán ya mis amigos para siempre!
Tengo que decir que aunque me gusten todos los niños y niñas de mi barrio, siento especial predilección por una niña muy pequeñita y su mamá. Han conquistado mi corazón. Casi, casi, hacen el mismo recorrido matutino que mis alargadas y estilosas patas… Siempre van conversando sobre qué harán en la guarde, o sobre un nuevo descubrimiento: ¡mamá, un pío!, ¡mamá, un guau!
Me gusta observarlas porque desprenden una gran complicidad entre ellas y me hace ilusión cuando veo a la mamá enseñando a su hija, día tras día, con sus palabras de cariño y sabiduría, que sólo una madre, padre o abuelo saben transmitir de una forma muy especial.
Ahora, cada vez que entrego una canastilla para un bebé, siempre pienso: mira, dentro de poco irá a la guarde con su padre, madre o abuelita, y yo, desde mi nido podré verlo crecer. Formará parte de mi vida, y será, seguro, uno de esos niños o niñas que conquisten mi corazón.
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